Bohemian Rhapsody

Pocas veces en la vida te aparece un chico de 1´77m, voz despampanante y estilo arrollador. Sin embargo, a Smile un día Freddie Mercury (nombre real: Farrokh Bulsara), se le apareció, y desde entonces su vida no fue lo mismo. De tocar en suburbios, pubs y unis a los grandes escenarios, your majesty dio un giro a su rutina de 360 grados.
Bohemian Rhapsody es una película que, aunque no tengas ni idea de quien es Queen, o la figura de Freddie, merece la pena. Los nostálgicos añorarán los años dorados de la música y, la nueva generación, haya rebuscado o no en el baúl de los recuerdos, quedará enamorada del estilo, las canciones y la locura del grupo.
Una época sin OT, ni Got Talent ni TCMS ni nada. Aquí o ibas con todo o nada, y ellos dieron el 200%. Durante la película, por un momento sientes que eres tú quién está ahí arriba. Sin duda, es cierto que puede tener errores que, a mí, personalmente, se me escapan. No obstante, se aleja de biografías musicales llevadas a la gran pantalla que podrían equipararse a tu profesor de la universidad pasando las diapositivas del Power Point muy rápido mientras toda la clase entra en un lento sueño. Freddie era un showman, Queen un gran equipo y su historia merecía ser llevada al cine a lo grande. Un aplauso a Bryan Singer por su manera de transportarnos al alma de la banda.
Cautivadores con Love of My Life (una de mis favoritas en la película, aunque no la más majestuosa) hacen que se te ponga la piel de gallina pensando en el concierto que tú, si tú, estás dando ante miles de personas, expectantes ante tus movimientos, esperando cada nota para cantarla contigo. La magia del cine combinada con la magia de su majestad. Tú, aunque has enternecido al público, tampoco dejas que la presión caiga sobre ti porque ahora viene Under Pressure, que hace que, si todavía tenías alguna preocupación, la hayas olvidado y que, como ellos, des el 200%. ¿Y si nos seguimos viniendo arriba? Pues sí, porque no. Has olvidado el bache por el que has pasado últimamente y lo estás dando todo con Radio Gaga, canción que se suponía que no tenía lo que había que tener para triunfar en una banda de rock. Y fíjate. Lo está petando, ¡igual que tú! Es aquí cuando ya viene el auge de la película, a la que durante 2h y 15min no has podido quitar ojo. Es que ya lo decía tu madre cuando te veía correr por ahí como pollo sin cabeza ¡este niño es un campeón! Lo mejor de todo es que tú ahora sabes que eres ese champion, y como tal que eres te vienes aún más arriba con We Are The Champions. Sabes que en ese momento tú no estás viendo una película estrenada en 2018. Para nada. Tú estás en 1985 y estás viviendo el concierto de Live Aid como si fuera el último de tus días. Que te quiten lo bailao´.
Desde un punto de vista de mera espectadora con capacidades básicas tanto de interpretación como crítica, la moraleja de la historia de Queen, y en concreto de Freddie la resume su canción: The Show Must Go On. Ante las adversidades, que continúe el show.


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